Derivas Urbanas

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“Caminar no nos lleva en principio a ninguna parte luego nos permite llegar a cualquier lugar.”
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12 feb 2013

Joseph K y la cartografías del habitar

Proyectos 2CT.
El arte es un deporte de combate
(La sociología es un deporte de combate, Pierre Bourdieu)

Como afirma Pierre Bourdieu, "el papel de la arquitectura no se discute, se da por sentado" el como afecta la confuguración del espacio ciudadano a los comportamientos de sus habitantes no se cuestiona y esta aparente invisibilidad crítica es lo que la dota de un poder tremendamente eficaz "los efectos ideológicos de mayor éxito son aquellos que carecen de palabras y no demandan más que un silencio cómplice" escribe Bourdieu.
http://pierre-bourdieu.blogspot.com.es/


Espacio social y prácticas sociales según Pierre Bourdieu.  
Bourdieu, Pierre. Raisons pratiques. París: Seuil, coll. Points, 1996, p. 21

proyectos talla S  
1. Joseph K  y la cartografías del habitar:



Para J.G. Ballard,  "La ciencia-ficción debe interesarse por el aquí y ahora, no por el lejano futuro sino por el presente, no por los alienígenas sino por lo que está ocurriendo en el mundo."
Walter Benjamin en "Imaginación y sociedad" describe la novela de Kafka como "Experiencia del hombre moderno en la gran ciudad (...) del ciudadano del estado moderno, que se sabe entregado a un inabarcable aparato burocrático, cuyas funciones dirigen instancias no demasiado precisas para los órganos que las cumplen, cuanto menos para los que están sujetos a ellas"

A partir de la obra de Franz Kazka: El Proceso y su adaptación al cine por Orson Welles en 1962, analizaremos algunos problemas actuales referidos a la ciudad y sus escalas, a los vacíos y a las aglomeraciones, a lo repetitivo y a lo único.




Como punto de partida trabajeremos con y en el anillo de circunvalación M40 de Madrid.

Caracterización de la ciudad contemporánea:

1: La ciudad dormitorio: módulos repetitivos, techos bajos, estancias pequeñas, etc
2 semanas
2. Las estructuras del poder, sedes de grandes corporaciones, edificios administrativos, etc
2 semanas
3. Calles / anillos de circunvalación: estaciones, aeropuertos, transbordadores e intercambiadores, etc
2 semanas
4. Arquitectura del consumo, o las nuevas cárceles: Grandes Centros  Comerciales. "Ya no estás encerrado, estás endeudado" "Compro, luego existo" Barbara Kruger
2 semanas
Metodologías:
Mapeos, documentación fotográfica y audiovisual, relatos y archivos, usos y tipologías del suelo y edificios, clases y tipos de habitantes, deconstrucción de los discursos del consumo, medios de representación de masas, etc.

Link a página Urban Drifts como os comenté tiene una buena estructura de proyecto.
Link a web de Juan Freire tiene textos y reflexiones interesantes sobre las problemáticas de la ciudad contemporánea









Para Cortázar, construir puentes significa conciliar los extremos, buscar con ansiedad un lugar propio, experimentar la nostalgia y la pérdida como nuevos rumbos para estimular el crecimiento personal.
"Porque un puente, aunque se tenga el deseo de tenderlo y toda obra sea un puente hacia y desde algo, no es verdaderamente puente mientras los hombres no lo crucen. Un puente es un hombre cruzando un puente."
Julio Cortázar, Libro de Manuel, p. 27.
"No me importa quién haga las leyes de un pueblo si yo puedo escribir sus baladas" decía Borges y eso me recuerda la película Seis grados de separación, cuando el protagonista Will Smith explica la importancia de la imaginación a sus anfiriones, marchantes de arte neoyorkinos, en base a una explicación implícita en el libro de J.D. Salinger "El guardián entre el centeno"
Conexiones, relaciones, procesos de reubicación de lo ya conocido:

Fragmento del diálogo de Will Smith:
-Un profesor suplente en Long Island fue despedido de su trabajo por pelearse con un alumno. Algunas semanas después, regresó al aula, disparó al estudiante, sin éxito, tomó como rehenes a toda la clase, y luego se disparó, esta vez con éxito. Este hecho me llamó la atención. La última frase en el Times, en la que un vecino describía al profesor como un buen chico, siempre estaba leyendo El Guardián entre el Centeno. Ese cretino de Chapman, el que asesinó a John Lennon, confesó que lo hizo porque quería llamar la atención del mundo hacia El Guardián entre el Centeno, y que la lectura de este libro sería su defensa. John Hinckley, el loco que disparó contra Ronald Reagan y su secretario de prensa, dijo que para conocer su defensa lo único necesario era leer El Guardián entre el Centeno. Le pedí prestada una copia a una amiga mía porque quería saber lo que había subrayado. Y leí este libro para descubrir por qué esta conmovedora, hermosa y sensible historia publicada en julio de 1951, se había convertido en este manifiesto de odio.
Empecé a leerla, y era exactamente tal como la recordaba. Todos los personajes son unos farsantes. Página dos: "Mi hermano está en Hollywood prostituyéndose". Página tres: "¡Qué patán tan pretencioso era su padre!". Página nueve: "La gente nunca se da cuenta de nada". Luego, en la página 23, se me pusieron los pelos de punta. ¿Recuerdan a Holden Caulfield, el arquetipo de joven sensible, con su gorra roja de cazador? ¿una gorra para la caza del ciervo? "Qué te lo has creído. Me la quité y la miré con un ojo cerrado, como si estuviera afinando la puntería. Es una gorra para cazar gente. Yo me la pongo para matar gente". Este libro prepara a la gente para vivir una vida como jamás hubieran soñado. Y en la página 99: "Preferiría tirar a un tío por la ventana, o cortarle la cabeza a hachazos, que pegarle un puñetazo en la mandíbula. Me revientan las peleas a puñetazos, lo que más me asusta es ver la cara del otro tío".

Me terminé el libro, y es una historia conmovedora; es cómica, en el sentido de que el protagonista desea hacer tanto y no puede hacer nada. Odia toda falsedad y solo miente y miente a los demás. Desea caer bien a todos, pero resulta aborrecible y completamente egocéntrico. En otras palabras, una imagen bastante acertada de un adolescente masculino.
Pero lo que me alarmó de su lectura, no es tanto el libro en sí mismo, sino el aura que lo envuelve. El argumento del libro es primordialmente la parálisis: el chico es incapaz de funcionar. Y al final, antes de que pueda huir y empezar una nueva vida, comienza a llover, y se derrumba. Bueno, no tiene nada de malo escribir sobre la parálisis emocional e intelectual. Puede que incluso, gracias a Chejov y a Samuel Beckett, el argumento sea bastante moderno. Las extraordinarias últimas líneas de Esperando a Godot: "Adelante. Sí, adelante". Indicación escénica: ninguno se mueve.
Pero el aura que desprende el libro de Salinger, que debiera ser leído por todos excepto por jóvenes adolescentes, se traduce en lo siguiente: refleja con la distorsión de un espejo de un parque de atracciones y amplifica como un altavoz distorsionado una de las grandes tragedias de nuestro tiempo: la muerte de la imaginación. Porque, ¿qué otra cosa es la parálisis?

La imaginación ha sido tan degradada que, en lugar de constituir pieza fundamental de nuestra existencia, ahora se considera como algo que está fuera de nosotros mismos. Como la ciencia ficción. O para emplearla en combinar las rodajas de mandarinas con las chuletas de cerdo. Por cierto, ¡qué receta tan imaginativa! Y La Guerra de las Galaxias: ¡Cuánta imaginación! Y Star Trek: ¡Qué derroche de imaginación! Y El Señor de los Anillos, con todos esos enanos: ¡Cuánta imaginación!

La imaginación ha pasado de ser nuestro lazo más personal e íntimo, y me estoy refiriendo a una especie de vínculo de nuestro ser interior con el mundo exterior que compartimos. ¿Qué es la esquizofrenia sino el aterrador estado en el cual lo que sucede aquí dentro no coincide con lo que ocurre ahí fuera? ¿Por qué la imaginación se ha convertido en un sinónimo de estilo? Yo creo que la imaginación es el pasaporte que nosotros creamos para ayudarnos a conducirnos dentro del mundo real. Creo que la imaginación es meramente otra manera de denominar aquello que nos pertenece más íntimamente. Jung dijo: "El mayor pecado es ser inconsciente". Nuestro Holden nos dice: lo que más me asusta es ver la cara del otro tipo, no sería tan duro si ambos tuviéramos los ojos vendados. La mayoría de las veces, las caras que confrontamos no son las de los otros, sino la de nosotros mismos. Y les aseguro que es el peor tipo de cobardía: tener tanto miedo de uno mismo, que te vendas los ojos en vez de enfrentarte contigo mismo. Enfrentarnos a nosotros mismos. Eso es lo difícil. La imaginación es ese regalo de Dios que nos hace soportable el hacer examen de uno mismo.
Seis grados de separación
 
En este blog hay unas entradas interesantes sobre Satnley Milgram:


Stanley Milgram I — Obediencia


Stanley Milgram II – Seis grados de separación

Stanley Milgram III – Desconocidos familiares y otros experimentos
 

Película El Proceso Orson Welles, 1962



En El Proceso se encuentra una pequeña obra maestra, Ante la Ley, un relato que Kafka publicó de manera independiente y que aparece en medio de este texto. Es un texto muy corto, como de una hoja, y es la llave que abre y cierra el relato. Es posiblemente su creación más hermética, Orson Welles inicia su película con esta historia:

Ante la ley
Franz Kafka
Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.


La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:


-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.


El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.


Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:


-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.


Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.


-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.


-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?


El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:


-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.